La Academia de Cine organizó Cine, Ayuda y Solidaridad, una jornada en la que reunió a profesionales que utilizan el cine y su popularidad con fines sociales.

“Son muchos los proyectos y las campañas con las que se comprometen los profesionales de nuestro séptimo arte. Los cineastas españoles utilizan su herramienta principal, la imagen, para que sean visibles causas injustas y transmitir valores como el respeto y la superación, que deberían ser siempre el motor de las sociedades”. Yvonne Blake inauguró la jornada Cine, Ayuda y Solidaridad en la Academia, que reunió a profesionales que dialogaron sobre cómo utilizar el celuloide con fines sociales. Javier Bardem, Dani Rovira, Mabel Lozano, Manuel Burque y Fernando León de Aranoa fueron algunos de los cineastas que participaron en este encuentro, en el que Elena Anaya destacó que tras implicarse en experiencias como esta, en su caso de la mano de Acnur o Greenpeace, “uno vuelve con esperanza, aliento y ganas de mejorar el mundo, pero como ciudadana y como persona, no como actriz”.

Moderada por Elena S. Sánchez, periodista y presentadora de ‘Días de cine’ e ‘Historia de nuestro cine’, la segunda mesa redonda aunó las experiencias de Elena Anaya, Javier Bardem, Fernando León de Aranoa, Dani Rovira y Javier Corcuera, a los que une su amor al cine y su implicación en las causas en las que creen y que han conocido de primera mano. A ellos se sumaba el testimonio de Paula Farias (Médicos Sin Fronteras) y de la propia Sánchez: “Yo he cubierto el FISáhara y es impresionante. Es verdad que cuando lo vives no puedes desprenderte de esa causa”.

«Ser actor ayuda para generar el proyecto, para que te cojan el teléfono. Luego ya el proyecto tiene que hablar por sí solo”, afirmó Javier Bardem, que produjo el documental colectivo Invisibles, junto a Médicos Sin Fronteras, y la historia de no ficción Hijos de las nubes. La última colonia. «Nunca he antepuesto el hecho de ser actor a ser ciudadano. Es verdad que tengo más voz, pero también tengo cosas que ellos no tienen, como es una crítica pública desmesurada», reflexionó sobre las implicaciones de posicionarse en causas como la del Sáhara Occidental.

Sobre este capacidad de llegar a la gente se pronunció el actor Dani Rovira, cofundador de la Fundación Ochotumbao, junto a Clara Lago. “Yo cuando tenía 18 años lo único que podía hacer era ir con una pancarta y poner la tienda de campaña delante del Ayuntamiento de Málaga. Ahora el altavoz que tengo es otro. Pero estamos en un momento en el que las palabras solidaridad y benéfico están muy denostadas. Yo no quiero dar ‘la turra’. Lo que tenemos que hacer los que tenemos ese altavoz es enamorar a ese porcentaje de la población «ni fu ni fa», ese 90% que vive su vida y no se implica”. Los protagonistas de Ocho apellidos vascos no se ponen límites en el tipo de proyectos que apoyan desde su fundación, pero en todos les gusta “implicarnos, saber de qué manera y para quién”.